Dejamos atrás imaginadas batallas contra gigantes convertidos en molinos de viento (o viceversa) mientras la pastora Marcela reivindica su libre albedrío y, entre aventura y aventura, el extremo oriente se manifiesta, colorido y ruidoso, para celebrar el triunfo, una vez más, de la complicidad, la alegría, la cultura -que nos hace libres- y la amistad.
Un año más, los integrantes de los Premios Matute cierran una Edición llena de anécdotas, momentos y recuerdos que giran en torno a la creación literaria, pero, sobre todas las cosas, sobre el cariño y la necesidad de compartir cosas buenas y bonitas.
Vamos ya camino de la siguiente edición.
¡Viva Matute Libre!
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